martes, 4 de febrero de 2014

INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA PARA AMÉRICA LATINA

 

La larga y obscura noche colonial fenecía con el amanecer de nuestros pueblos en el “Primer Grito de la Independencia” del 10 de agosto de 1809. Las sangrientas guerras independentistas en las que participaron miles de hombres y mujeres de nuestra América Indo mestiza derrotaron al imperio español, pero muy pronto fue reemplazado por el imperio inglés y luego por el imperio yanqui.

Casi no hubo tiempo para vivir plenamente con soberanía e independencia, porque las guerras de liberación nacional ni siquiera beneficiaron a los pueblos indios y mestizos, sino a sus opresores criollos predispuestos a beneficiarse del comercio ofrecido por sus nuevos amos. Al fin, la independencia fue para usufructo de las clases dominantes con vocación de ser dominadas por los centros hegemónicos imperiales.

En estos primeros años del siglo XXI, comienza un despertar de los pueblos que ya presienten, de alguna manera, que es preciso luchar por la segunda y definitiva independencia, lucha que debe darse en dos frentes: uno interno para librarse del poder de las oligarquías como estrato superior de las clases dominantes, y otro externo para derrotar al imperio y todas sus formas de dominación y neocolonización.

Ha llegado el tiempo de las transformaciones revolucionarias para conquistar el derecho a la soberanía e independencia de nuestras patrias. Para apoyar a ese irrenunciable propósito, un grupo de intelectuales, ha creado el Comité Independencia y Soberanía para América Latina.

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por las Naciones Unidas en 10 de diciembre de 1948, se advierte que “todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Si esto vale para las personas, el mismo principio podría aplicarse a los Estados, pueblos y naciones, y exigir que todos sean tratados iguales en dignidad y derechos y abolir para siempre la falsa idea de que un Estado es superior a otro.

Ya se ha dicho que “la Independencia y Soberanía de una Nación es equivalente a la libertad personal”. De ser así, se podría afirmar que no debería haber una sola persona sin libertad, sin decoro, sin dignidad, como no podría existir un Estado sin personalidad jurídica; es decir sin independencia y soberanía o con ellas retaceadas o mediatizadas por un poder extraño.

Octavio Díaz expresaba que “La soberanía, es el poder o autoridad que posee una persona o un grupo de personas con derecho a tomar decisiones y a resolver conflictos en el seno de una jerarquía política. El hecho de poder tomar estas decisiones implica independencia de los poderes externos y autoridad máxima sobre los grupos internos.

La concepción de soberanía, se define en torno al poder y se comprende como aquella facultad que posee cada Estado de ejercer el poder organizativo e independencia de acción sobre su sistema de gobierno, su territorio y su población. Se puede ver desde dos ámbitos diferentes, uno interno y otro externo. En su modo interno, la soberanía hace alusión al poder definido anteriormente, el que se relaciona con el poder de un determinado Estado sobre su territorio y su población. El carácter externo hace referencia a la independencia que tiene un Estado del poder que ejerce otro, en un territorio y población diferentes, en otras palabras, un Estado en particular es soberano mientras no dependa de otro Estado.

Por otra parte, la soberanía se puede comprender desde dos perspectivas, una jurídica y una política. La soberanía jurídica a través de la cual un Estado puede tomar contacto con el mundo, con lo internacional, a través de su participación en diferentes organizaciones internacionales, tratados, pactos y compromisos diplomáticos, entre otros. La soberanía política alude al poder del Estado de imponer todo aquello que le parezca necesario. Aunque se piense que cada Estado ejerce su soberanía jurídica y política, no es así en todas las naciones. Existen casos en los que el Estado puede tener la soberanía jurídica, sin embargo, su soberanía política depende de los dictámenes de otras naciones en cuanto a su desarrollo social, político y económico.

Para Ernesto Che Guevara (1960). “La soberanía política y la independencia económica son dos términos que tienen una estrechísima unión y necesariamente deben ir juntos... afirma que la soberanía política es un término que no hay que buscarlo en definiciones formales sino que hay que ahondar un poquito más, hay que buscarle sus raíces […] la soberanía nacional significa, primero, el derecho que tiene un país a que nadie se inmiscuya en su vida, el derecho que tiene un pueblo a dar el gobierno y el modo de vida que mejor le convenga, eso depende de su voluntad y solamente ese pueblo es el que puede determinar si un gobierno cambia o no. Pero todos estos conceptos de soberanía política, de soberanía nacional, son ficticios si al lado de ellos no está la independencia económica […] la soberanía política y la independencia económica van unidas. Si no hay economía propia, si se está penetrado por un capital extranjero, no se puede estar libre de la tutela del país del cual se depende, ni mucho menos se puede hacer la voluntad de ese país si choca con los grandes intereses de aquel otro que la domina económicamente […] El poder revolucionario o la soberanía política es el instrumento para la conquista económica y para hacer realidad en toda su extensión la soberanía nacional.

Tanto el Comité Independencia y Soberanía para América Latina –CISPAL- como la Revista Siempre desean contribuir a la toma de conciencia y formación ideológica de nuestros pueblos, porque sin teoría revolucionaria no hay revolución; muy equivalente a sin ideología revolucionaria no hay revolución. Sin una sólida formación ideológica-revolucionaria, fácilmente se decae en populismos de la peor especie que terminan siendo contrarrevolucionarios y, por tanto, retardatarios de los verdaderos procesos revolucionarios.

Es preciso contribuir a la formación ideológica-política de los pueblos y, en especial de las juventudes. Indispensable es liberarse del tutelaje del conocimiento extranjero, de la dependencia tecnológica y crear las condiciones para forjar nuevas revoluciones científico-técnicas que contribuyan al desarrollo social, económico, político y cultural de los pueblos, de acuerdo a las realidades particulares y necesidades sentidas e insatisfechas. En otras palabras se debe luchar para alcanzar la soberanía cognitiva que permita alcanzar una nueva cultura política, soberanía de tanta p mayor importancia que la soberanía alimentaria o la defensa soberana del patrimonio genético y uso soberano de los recursos naturales.


“Las concepciones de soberanía pueden definirse también como: los ideales heredados de personajes de la historia sobre la autonomía y la autodeterminación de los pueblos, ideas que reafirman en los ciudadanos la necesidad de defender las riquezas culturales y naturales de la patria, así como, su identidad como venezolana, latinoamericana y caribeña. Los ideales heredados de nuestros pensadores libertarios forman parte de las concepciones de emancipación y soberanía…”

Paulatinamente se avanza en la recuperación de la soberanía e independencia con la consolidación de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América- Tratado de Comercio de los Pueblos- ALBA.

"Los principios del Alba son fundamentales para trazar el camino que estamos recorriendo. Todas las metas y programas de trabajo que en el campo económico, energético, financiero, educativo, cultural, alimentario y en todas las dimensiones de trabajo que nos estamos planteando tienen un objetivo central que es construir la independencia y la soberanía de nuestros países y de nuestros pueblos", advertía el canciller venezolano Nicolás Maduro y añadía que el colonialismo que invadió Suramérica hace más de 500 años destruyó la región y rompió las bases culturales de los pueblos, bases que mediante la Alianza Bolivariana comienzan a erigirse…

Expresión soberana de nuestros pueblos es la UNASUR que avanza hacia su fortalecimiento a pesar de las amenazas directas, latentes e indirectas del imperio. Sin duda, estamos en tiempos nuevos de reivindicación con los renacidos ideales de nuestros libertadores que aspiraban a construir una nación poderosa forjada en la unión de pueblos y naciones desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego.

Maduro sostuvo que el proceso revolucionario que se experimenta en Suramérica permitirá apuntalar la independencia y de esta manera consolidar una zona de paz en la región, ante la amenaza imperial de los países que desean apoderarse de los recursos naturales de países soberanos. “Estamos construyendo procesos revolucionarios para consolidar y construir la verdadera independencia, pero también para consolidar una inmensa zona de paz en Suramérica. Que Suramérica sea una inmensa zona de paz, de vida, de construcción y de felicidad para nuestros pueblos”.

Tanto el Alba como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) permitirán acelerar los procesos de integración y para ese fin es una necesidad inaplazable, la expulsión de todo tipo de bases militares extranjeras en nuestra América Latina y el Caribe.

Para analizar los significados de la independencia, soberanía y los problemas provenientes de los intervencionismos imperiales que se desatan desde las embajadas y bases militares yanquis, se desarrolló un importante Foro Nacional denominado Paz, Soberanía y Bases Militares, organizado por la Escuela de Trabajo Social de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del Ecuador, por el Comité Independencia y Soberanía para América Latina y por la Revista Siempre.

Los expositores fueron destacados intelectuales, profesores universitarios y políticos que a los largo de sus valiosas vidas han sido ejemplo de compromiso con las luchas sociales, decisión y coraje antiimperialista. Jaime Galarza Zavala, Diego Delgado Jara, Hernán Rivadeneira Játiva y Germán Rodas Chávez, con enorme solvencia y sobra de conocimientos se refirieron a la temática planteada. El Foro fue dirigido por Eduardo Zurita Gil, Presidente del Comité Independencia y Soberanía para América Latina.


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