miércoles, 8 de enero de 2014

Las Cortes de Cádiz

La guerra y al mismo tiempo la Revolución. Este es el otro plano, y sin duda el de mayor trascendencia por su proyección en los años posteriores, que resulta necesario analizar en este periodo que transcurre entre las abdicaciones de Bayona y la vuelta de Fernando VII en 1814. Parece obvio señalar que sin guerra no hubiese habido revolución, o al menos ésta hubiese tomado una forma diferente. Las condiciones excepcionales que propició un conflicto tan intenso como generalizado, favorecieron el proceso revolucionario que culminó con la reunión de las Cortes de Cádiz.
El vacío de poder que se originó como consecuencia de la salida del rey legítimo de España desencadenó un proceso mediante el cual terminarían por asumir el poder unas instituciones inéditas, surgidas de abajo a arriba, capaces de satisfacer las aspiraciones populares que se habían visto defraudadas por la actitud contemporizadora de las autoridades del régimen con respecto a los franceses. El proceso comenzó con el nombramiento de una Junta de Gobierno por parte de Fernando VII cuando éste tuvo que acudir a Bayona para atender a la convocatoria deNapoleón. Dicha Junta estaba presidida por su tío, el infante don Antonio e integrada por cuatro ministros de su gobierno. En ella quedaba depositada la soberanía, que no sería capaz de ejercer en los momentos críticos del dos de mayo.
El Consejo de Castilla, el máximo organismo existente entonces en España, sufrió una paralela pérdida de prestigio, al no saber tampoco atender las expectativas de la mayor parte de los españoles que demandaban una actitud firme frente a los invasores, e incluso una incitación a la lucha armada, sino que por el contrario trataban de transmitir recomendaciones pacifistas. Tampoco las autoridades provinciales se mostraron decididas a encabezar el levantamiento contra las tropas de ocupación y así, de esa forma, se fue produciendo un deslizamiento de la soberanía desde las instancias superiores hasta el propio pueblo que asumió su responsabilidad mediante la creación de una serie de Juntas, cuya única legitimidad -como afirma Artola- es la voluntad del pueblo que las elige.
Por todas partes proliferaron las Juntas, cuya formación y composición se presentan de forma muy variada. La de Aragón se formó a instancias del general José de Palafox, a su vez nombrado gobernador por el pueblo de Zaragoza. EnValencia también el pueblo nombró a un comandante supremoVicente González Moreno, quien a su vez creó una Junta Suprema. En Sevilla, cuando llegaron las noticias de las abdicaciones de Bayona, a finales de mayo, se constituyó una Junta que, bajo la dirección de Francisco Arias de Saavedra, antiguo ministro con Carlos IV, se autodenominó Junta Suprema de España e Indias, y pidió una movilización inmediata de todos los hombres en edad de combatir. En Soria fue el Ayuntamiento el que creó la Junta, y así en la mayor parte de las poblaciones más grandes o más pequeñas, se fueron creando estas nuevas entidades hasta formar un cuadro variopinto y heterogéneo en su composición, con el que resultaba difícil armonizar esfuerzos contra las tropas invasoras. Se impuso, por ello, la necesidad de coordinar a las Juntas locales y a las Juntas provinciales, mediante la creación de una Junta Central para que aunase el esfuerzo bélico y al mismo tiempo mantuviese viva la conciencia de unidad nacional. La Junta Suprema Central Gubernativa de España e Indias se instaló en Aranjuez el 25 de septiembre de 1808 cuando, después de Bailén, los franceses trataban de organizar la contraofensiva y era necesario prepararse para hacerles frente.
Componían la Junta Central 35 miembros iguales en representación. Su presidente era el conde de Floridablanca, que contaba en aquellos momentos con 85 años y presentaba una postura muy conservadora. Pero sin duda su elemento más destacado era Gaspar Melchor de Jovellanos, político y escritor, de un talante reformista moderado, que era partidario de llevar a cabo algunos cambios en España en el terreno político, social y económico. Su propuesta era la de crear un sistema de Monarquía parlamentaria de dos Cámaras, en el que la nobleza jugase un papel de amortiguadora entre el rey y el pueblo. Excepto estos dos miembros y Valdés, que había sido ministro de Marina conCarlos IV, el resto de los componentes de la Junta carecía de experiencia en las tareas de gobierno. La mayoría de ellos pertenecía a la nobleza; había varios juristas y también algunos eclesiásticos. Aunque no puede establecerse entre ellos ninguna división ideológica, en su mayor parte eran partidarios de las reformas para regenerar el país. Esta actitud les granjeó no pocos ataques por parte de las oligarquías más conservadoras y de las viejas instituciones del Antiguo Régimen. Jovellanos se vio obligado a salir en su defensa mediante la publicación de una Memoria en defensa de la Junta Central.
Para resolver el problema de la coexistencia de esta Junta con las provinciales, se decretó la reducción de los componentes de estas últimas y el cambio de su denominación de Juntas Supremas por el de Juntas Provinciales de Observación y Defensa. Asimismo se ordenó su subordinación a la Junta Central, lo que provocó no pocas protestas por parte de estos organismos locales. En cuanto a las relaciones con las colonias de América y Filipinas, que mostraron un apoyo entusiasta a la causa de la independencia española frente al dominio napoleónico, la Junta emitió un decreto el 22 de enero de 1809, mediante el cual se invitaba a aquellos territorios a integrarse en ella mediante los correspondientes diputados. Aunque este gesto no podría materializarse debido a las dificultades de la distancia, sí favoreció el hecho de que muchos criollos enviasen ayuda en dinero para la causa española.
Gran Bretaña, a pesar de la rivalidad que había mantenido con España por el dominio del océano, mostró también una favorable disposición para ayudarla frente al dominio de Napoleón, mediante el envío inmediato de hombres y dinero. Las relaciones diplomáticas entre los dos países se reforzaron por la firma, el 14 de enero de 1809, de un tratado entre el Secretario del Foreign Office, Canning, y el embajador español en la corte de San Jaime, Juan Ruiz de Apodaca. En su virtud, Gran Bretaña se comprometía a no reconocer otro soberano legítimo del trono español que Fernando VII o sus sucesores.


Imágenes

Conde de Floridablanca        Juan Ruiz de Apodaca
La invasión Napoleónica
 Este aspecto lo he clasificado como interno, aunque reviste concepciones externas por ser uno de los incidentes fundamentales del proceso independentista. En España, en ese momento se encontraba el rey Carlos IV, era uno de los llamados a formar parte de la casa de los Borbones, una monarquía conocida en la historia como el despotismo ilustrado .

      Cuando llegan los Borbones al poder, concretamente Carlos IV, suprimen y dejan sin efecto la Legislación Indígena en las colonias españolas, porque ellos atacaban cualquier tipo de protección a los indígenas y lo que buscaban era explotar cada vez más y sacar mayor provecho de lo que ellos estaban aportando. Su enemigo declarado a esas ideas eran los jesuitas,  por la ayuda y protección que le daban a los indígenas,  fueron expulsados en el año de 1777.

      Ubicándonos en la figura de Carlos IV, se puede decir que no era ni el más amado, ni el más querido de los reyes, era bastante odiado por algunos sectores en España; los españoles veían como la única alternativa de salida al  reinado de Carlos IV a Fernando VII.

      En ese momento la idea de los franceses, concretamente de Napoleón, era entrar a Portugal,  pero para hacerlo había que atravesar España e imponer a su hermano José Bonaparte, el famoso Pepe Botella, como monarca. En principio dicen que van a dialogar con el rey

      Carlos IV para pedirle autorización de atravesar su reino; España y Francia tenían relaciones  muy cordiales, se reúnen en Bayona,  Napoleón con Carlos IV y el príncipe heredero Fernando VII, a quienes pone  presos; Napoleón entra a  España, los franceses se toman el poder, y  Napoleón coloca a su hermano José Bonaparte a la cabeza de la monarquía en España.

      El pueblo español frente a lo que sucedía,  no veía con buenos ojos el hecho de que tanto el rey como el heredero, estuvieran presos; por eso, en Madrid el 2 de mayo de 1808 deciden hacer un pronunciamiento popular, en el cual se desconoce en forma absoluta la autoridad de José Bonaparte; toman medidas para destronarlo, y empieza a conformarse a lo largo de la península, una serie de gobiernos provisionales. Aquí aparece la teoría de la reelección de la soberanía,  que consiste en que como el rey no esta ejerciendo el poder, el pueblo lo recupera  y se lo entrega  a unas juntas de gobierno.  La mas importante es la Junta de Regentes, conocida como La Suprema Junta de España, en Sevilla, y  asume el poder a nombre del rey.

      La situación que ocurre en España llega a conocimiento de las provincias de la Colonia, hay un ambiente de insatisfacción, el pueblo no sabe que hacer,  las colonias se ven desprotegidas, su rey, máxima autoridad, esta preso, y no hay un gobernante que les inspire confianza. La Suprema Junta de España envía a Juan Llorente a las colonias,  para que se encargue de mantener la dirección de las provincias, la adhesión hacia la figura de Fernando VII y desconozca la autoridad de Carlos IV. El pueblo de las colonias de Santa Fé manifiesta su indignación contra lo que sucede en España, y le declara la guerra a Francia.

     En el año de 1809 la Junta Suprema de España, preocupada porque las Colonias querían independizarse por la inestabilidad en el gobierno español, dicta un decreto muy importante, en el cual declara expresamente que todas las posesiones españolas en América,  eran “parte esencial e integrante de la monarquía"; además, decía el decreto que para demostrar esta situación,  haría una gran reunión con la asistencia de los diputados de todas las provincias coloniales.

     Los criollos no ven con buenos ojos la medida de la Junta, porque no les parecía ni justo, ni legítimo, sino por el contrario un acto violatorio de la igualdad; no tuvieron en cuenta ni la extensión del territorio, ni la cantidad de población de las Colonias, con las de la península española; por lo tanto, resultaba injusto y desproporcionado que sólo fuera un representante  por cada colonia.  Más tarde aparecerá el Memorial de Agravios.
Las Reformas Borbónicas
Entre 1521 y 1700 gobernó en la Nueva España la dinastía real de los Habsburgo o Austria. Al quedarse el rey Carlos II de Habsburgo sin descendiente directo, la Casa de Borbón tomó el poder en España. Era una familia real de origen francés (Bourbon), una rama de la Dinastía de los Capetos, la más antigua de Europa. Gobernaron primero Navarra y Francia, y en el siglo XVIII sus miembros llegaron a los tronos de España e Italia, además de varios pequeños ducados y condados.
El primer miembro Borbón que sucedió a los Habsburgo en el trono español, fue Felipe de Anjou o Felipe V, nieto del rey Luis XIV de Francia y desde entonces han gobernado España hasta la actualidad, excluyendo algunos periodos de lucha por la independencia, la república, la democracia y la dictadura de Francisco Franco.
Durante el gobierno de los Habsburgo, en la Nueva España se había creado un sistema político denominadopatrimonialista donde se compraban los cargos públicos, los funcionarios imponían los tributos, se desarrollaban y protegían monopolios y mediante la corrupción se evadía el control de la Corona.
Por ello, el rey Carlos III de Borbón, influido por las ideas de la Ilustración, llevó a cabo un proceso de modernización por medio de las llamadas “Reformas Borbónicas” que impusieron una serie de cambios políticos- administrativos, económicos, militares y culturales en las colonias americanas. Estas reformas buscaban modernizar internamente a España y su relación con las colonias, respondiendo a una nueva concepción de Estado, que se propuso retomar todos los derechos que se habían delegado en grupos y corporaciones, además de asumir la dirección política, administrativa y económica del reino.
En 1765 fue nombrado el visitador José de Gálvez, con el encargo de retomar el control político y administrativo de la Nueva España y aplicar de manera sistemática las reformas, restarle poder a los grupos, corporaciones e incluso al propio virrey, e incorporar funcionarios adeptos a los propósitos de la Corona.

martes, 7 de enero de 2014

La época de terror 
Durante este primer trimestre hemos hablado de la revolución francesa y su influencia en todo el mundo pero... sabias que también se le llamo la época del terror. Durante esta época Francia vivió un gran abuso por parte de la 
monarquía, la nobleza y el clero. Por otra parte las ideas difundidas por Voltaire, Rousseau y Montesquieu sobre la libertad política, la fraternidad o las teorías políticas sobre la separación de poderes fueron determinantes para quebrantar el antiguo régimen. En Francia se libraba una intensa guerra interna donde los que querían mantener el antiguo régimen combatían contra los liberales. En el Manifiesto de Brunswick, Prusia y el ejército Imperial amenazaron con invadir Francia contra los que se oponían al antiguo régimen. Esto provocó que el pueblo viese a Luis XVl como un enemigo y fuese ejecutado el 21 de enero de 1793. Ese mismo año María Antonieta fue ejecutada.





Esta serie de muertes provocaron el temor y descontento de Europa. Esta serie de muerte tan violentas debían ser rápidas y más higiénicas por lo tanto se creó, uno de los inventos más sanguinarios de la historia, la guillotina inventada por Joseph Ignace Guillotin (aunque realmente solo fue asociada a este personaje). Cabe destacar que los franceses impusieron con violencia sus objetivos e ideales.  Con la llegada de Napoleón al poder el liberalismo desbocado se ordenó y fue dirigido por Napoleón al mando de su ejército temido por todos. 



La Revolución Francesa

La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras numerosas naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema denominado del Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía constitucional durante 71 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida que le derrocó con un discurso capaz de volverlo ilegítimo.
El proceso revolucionario francés es, sin duda, el más importante dentro del agitado panorama político del siglo XVIII. Es, además, uno de los más polémicos. La historiografía se ha preocupado constantemente de él y son muchos los escritos y los libros que presentan la revolución francesa como una gran gesta o, por el contrario, un acontecimiento perjudicial y hasta innecesario para Francia y la cultura occidental.
Es difícil tratar de sacar a la luz los motivos que nos llevan a esta pasión por el tema. Muchos son los factores que se amontonan en torno a Francia y a la revolución, presentándola como un tema apasionante y tremendamente complejo.
En este trabajo trataremos de explicar y enumerar lo mejor posible las causas y los principales hechos de este proceso que es trascendental en lahistoria de la humanidad. Que cambió Francia, Europa, el Mundo y sus consecuencias que han tenido gran proyección hasta la actualidad.

Antecedentes

Monografias.com
La Revolución Francesa, fue el proceso social y político acaecido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principales consecuencias fueron: el derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los Borbones, la abolición de la monarquía en Francia y la proclamación de la I República, con lo que se pudo poner fin al Antiguo Régimen en este país. Aunque las causas que generaron la Revolución fueron diversas y complejas, éstas son algunas de las más influyentes: la incapacidad de las clases gobernantes —nobleza, clero y en menor porción la burguesía— para hacer frente a losproblemas de Estado, la indecisión de la monarquíalos excesivos impuestos que recaían sobre el campesinado, el empobrecimiento de los trabajadores, la agitación intelectual alentada por el Siglo de las Luces y el ejemplo de la guerra de la Independencia estadounidense.